Murió mi padre, ya lo dije en el blog. Y también conté lo mucho que me estaba costando superarlo.
Ha muerto mi madre. Hace poco más de un mes.
Y esto ha sido el remate.
A partir de ahora, estoy sola. Sola de padres, digo.
Me parece mentira que no estén. Es como si estuvieran en un viaje, pero con retorno, como cuando te vas de vacaciones por un tiempo.
Todavía muchas noches aún se me despierta ese tic que me indicaba que tenía que llamarles por teléfono.
Todavía recuerdo sus voces.
Y de mi madre, todavía recuerdo su olor. Es más, su olor aún está en mi casa.
Estoy pasando este duelo con algunos cambios en mi vida que han aparecido de repente y a los que me he atrevido a afrontar. Entre unas cosas y otras, lloro unos instantes porque lo necesito, pero recupero rápido el estar, aunque sea muchas veces. Se irá pasando, espero. Aún lo tengo muy en mi cabeza, pero poco a poco se insertará dentro de mí y formará parte de mi ser, y no me daré cuenta. Eso creo.
Me gusta mucho un verso de una canción que un chaval le hizo a su padre muerto: "Rabia de que corras por mis venas y no poderte abrazar". Más bonito, imposible.
Con todo esto, mi obesidad va a la suya. Haciendo camino, obviando mi estado de ánimo. Va a su puta bola, jodiéndome la vida, como si un ser ajeno a mí estuviera en mi interior. Como si fuera una tenia que en vez de comerme me alimentara al margen de mi propia alimentación. Es una obesidad que me falta al respeto, que no para aunque esté triste, aunque no pueda dormir; que le importa una mierda mi menopausia. ¡Joder, dame un respiro!
Convencida por una prima hermana, me voy a hacer una cirugía bariátrica. A ella le ha ido genial y es mi ejemplo. Me anima, y pese a que tengo mucho miedo, voy a hacerlo. Me han hecho muchas pruebas y todo sale bien; afortunadamente no tengo ninguna enfermedad asociada a la obesidad, salvo el dolor de espalada, rodillas y planta del pié.
Todos mis planes dietéticos han fracasado. Llevo haciendo dieta desde que parí a mi hija, y de eso hace 25 años, y todo ha ido a peor: cada vez que me ponía a dieta, al dejarla, engordaba más de lo que estaba. Y así, 25 años. Ya no puedo más. Voy a hacerlo. ¡ME OPERO!