Acabo de descubrir que la entrada anterior no se había publicado, y es que donde voy a veces a pasar el finde no tiene casi cobertura de internet, sólo a ratitos, y debe ser por eso por lo que no se había publicado. Bueno, ya está publicado, a lo que vamos.
La verdad es que perder sólo 700 gramos desmotiva muchísimo, pero cuando lo pienso me digo "y de qué te sorprendes? si llevas así toda la puta vida!, que por eso estás gorda!". En fin, que con lo que he comido en una semana otra persona hubiera perdido más de cinco kilos (sé que exagero), pero esto es algo que ya lo sé, que a mi me cuesta mucho, y que por eso estoy gorda, leñe.
Por esa razón he estado un poco alicaída estos dos días, y me he pasado un poco comiendo, pero sólo un poco. De hidratos, claro, si he de pecar sé que va a ser con eso. Pero he pensado que, como decía antes, esto es así, y que esa frustración es la que me ha llevado a consolarme con atracones pensando "para qué, no vale la pena, ya estoy bien así, al que no le guste que no mire..." y cosas por el estilo.
Pero cuando iba por la tercera galleta (Digestive, ea, por lo menos no eran las Oreo), he cerrado la caja y me he vuelto a convencer que otra mierda de galleta como esa no me iba a joder la marcha, que ya adelgazaré más la semana que viene, que tengo un año por delante para cumplir mi objetivo, qué cojones, que es la segunda semana de mi nueva vida y no iba a cagarla ahora, tan pronto.
Guardé la caja de galletas en la despensa, me terminé el vaso de leche y me fui a pasear con mi perro, y poco a poco me fui motivando, me fui animando y pensé en esos pantalones tan chulos que me quiero poner y que no me caben, que sólo perdiendo unos cuatro kilitos seguro que entran. Y con esos pantalones estoy superguapa. Así que, al ataqueeeeerrrrr!!!
Ahí van dos días de comida desastrosa para la buena marcha que llevaba:
Día 15, sábado:
Desayuno: Té verde (no había leche, así que ligerita, ligerita que empecé el día)
Con este desayuno me fui a andar por la montaña, casi me muero, pero lo hice muy bien.
Almuerzo: Mini bocata integral de jamón york y queso light. Coca light.
Comida: Ensalada de lechuga, tomate, pepino, cebolla y aceitunas (unas 5). Luego pechuga de pollo al limón y pimientos verdes fritos. De postre una tajada de melón. Luego un té.
Merienda: Café con leche desnatada y tres galletas Digestive.
Cena: Cuatro chuletas de cordero y ensalada de tomate.
El exceso ha estado en el pollo al limón porque va enharinado, además del aceite que se utiliza. Y también, la cena, otro día con chuletas de cordero, excesivo.
Día 16, domingo:
Desayuno: Café con leche y tres galletas Digestive (tienen 57 calorías cada una, no está mal)
Almuerzo: Nada.
Comida: Agárrate que vienen curvas: una coca con una longaniza, pimiento y beicon. De postre cerezas.
Merienda: Nothing.
Cena: Aún no he cenado, pero va a ser un batido Bimanan.
La coca es una especie de masa de pan, llanita, a modo de pizza pero más gordita. Total, una bomba. Pero ya lo he advertido al principio.
En resumen, el fin de semana ha sido bastante desastroso, pero lo bueno es que he recapacitado a tiempo. No ha caído ninguna cervecita ni nada, por lo que, dentro de lo malo, no ha sido muy malo para lo que acostumbro. No obstante, no es escusa y mañana a seguir con mi nueva etapa en la vida, en la que me voy a poner cañón por mí salud, por mi bienestar, por mí misma.
Prepárate lunes que voy pa'llá!!!